Un alto déficit de tecnólogos… y tecnólogas

En España faltan ya perfiles tecnológicos para cubrir puestos de trabajo. Posibles candidatos han preferido emigrar: por la crisis, primero, y por las condiciones laborales, después. El hecho es que existe un alto déficit de tecnólogos, todavía mayor en el caso de las tecnólogas, lo que no augura nada bueno para nuestra economía…, ni para las mujeres, si no cambian las tornas.

Siempre he animado a las jóvenes a dejar la zona de confort y elegir carreras STEM —Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Matemáticas—, a poco que les gusten. El estereotipo de que «ellas» están más dotadas para lo «verbal» que para lo «abstracto» no se sostiene, pero aún influye. Además, en edades vulnerables, temen el rechazo que implica la etiqueta de «empollonas» por destacar en ciertas materias. Los chicos «empollones» al menos tienen ejemplos de éxito en los que fijarse, pero las niñas no. De ahí el valor de que mujeres que trabajan en áreas científicas y tecnológicas se acerquen a ellas y les ofrezcan un espejo ilusionante.

Hay fundaciones empresariales trabajando para sembrar la curiosidad científica entre los alumnos/as, mientras reclaman mejor formación del profesorado y temarios atractivos que despierten vocaciones STEM. Pero, si las chicas persisten en estudiar fuera del paraguas STEM, se automarginarán de sectores punteros donde estarán las posiciones de liderazgo e influencia, trabajos que aún no podemos imaginar y, por supuesto, los mejores salarios.

Hoy, las españolas solo representan un 18% del alumnado en las carreras técnicas (menos de un 10% en ingeniería informática) y en las TICS (un 15%), muy por debajo de la pobre media que en Europa es del 23%. Esta media preocupa a Bruselas, que dedicó parte del pasado 8 de marzo a examinar el descenso de alumnas en las carreras tecnológicas y su escasa representación en las empresas del sector. El problema es el mismo en los Estados Unidos.

No les asusta la exigencia de los estudios. Las alumnas rinden mucho y representan casi el 60% de los titulados universitarios en España. Otra cosa es su temor al futuro. Además de los salarios, que en nuestro país son más que disuasorios, las mujeres encuentran un ambiente hostil en muchas compañías, reticentes al cambio. El llamativo descenso de mujeres STEM, tanto en la UE como en los Estados Unidos, es lastre para las economías occidentales, enfrentadas a las pujantes de Asia.

Es irónico que sectores tan modernos sean refugio de las prácticas más viejas. En empresas americanas, ellos llegan a cobrar un 60% más que las mujeres, a pesar de saber que la diversidad en el sector digital favorece la competitividad y la innovación. Pero el dinero no lo es todo. He ido varias veces a Silicón Valley y me sorprendió descubrir que el paraíso tecnológico no lo es para las chicas —ni ya para muchos chicos—. La cultura corporativa es terrible: prima la juventud, el éxito rápido, como si no triunfar a los 30 años fuese el final de todo. Para esas mentalidades tan brillantes —¿inmaduras?— que por allí abundan, conceptos como «jornada laboral» o «conciliación» son incomprensibles. Recordemos la súper empresa de Silicón Valley que se ofreció a pagar la congelación de óvulos de sus empleadas para que tuvieran hijos ¡cuando fueran mayores! Añadamos «acoso» y no extrañará que profesionales talentosas hayan reorientado sus carreras o se hayan ido a casa.

Así las cosas, ¿todavía animo a las jóvenes a formar parte del mundo STEM? Sí: les pertenece y deben crecer con él. Si no les gusta pelear, lo siento, pero es su turno y cuentan con más recursos y aliados que sus antecesoras. La comodidad solo conduce a vivir a remolque de los acontecimientos y eso no hay manifestación ni pancarta feminista que lo solucione. Otra cosa es el tirón de orejas a unas autoridades educativas que se quedaron en la invención de la rueda y a esas empresas que no saben valorar el talento. Lo que hoy se ahorran no les llegará para competir en el mercado global por los perfiles que necesitan.

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