Estamos viviendo lo que seguramente sea la crisis más global de la historia y, aunque cada uno cuenta la feria como le ha ido en ella y es verdad que muchos – industrias, organizaciones e individuos – han podido y sabido sacar buen partido de la nueva realidad, se puede decir sin temor a equivocarse (desgraciadamente) que, en lo colectivo, 2020 ha sido un año duro y doloroso, especialmente y como siempre, para los más vulnerables. La mayoría llegamos a este mes de diciembre tan cansados como si en un año, hubiéramos vivido dos o tres y, si bien cada situación es única e incomparable, lo que podemos dar por cierto y compartido es que hemos tomado todos consciencia de la fragilidad ontológica de la vida humana y nos hemos sentido muy a menudo desasistidos por instituciones de las que esperábamos mejores respuestas y mayor amparo. Sin embargo, eso mismo que, por una parte, pudiera ser motivo de tristeza y frustración, es lo que me gustaría transformar en germen de esperanza de cara al nuevo año en el que pronto embarcaremos, y os explico por qué. Dice el refranero, que tanto sabe, que lo que no mata, engorda. Y como lo sé de buena tinta, la esperanza que tengo es que salgamos de esta crisis empoderados como individuos, sabiendo de lo mucho que somos y nos hacemos capaces, especialmente cuando nos forjamos al fuego de la adversidad. Ojalá seamos también hoy más conscientes que hace un año, de la necesidad de aportar al mundo, aquí y ahora.
De una u otra forma, en este 2020 hemos trabajado todos mucho para dominar nuestros miedos, orquestar ayuda para nuestros enfermos, acompañar y enseñar a nuestros hijos, improvisar nuevas formas de trabajo, donar nuestro tiempo y recursos, contener a nuestros amigos y mucho más. También hemos caído a veces en el desánimo y el desasosiego, pero, nos hemos levantado. Y lo seguiremos haciendo. Porque somos dueños de nuestras vidas y de lo que hacemos con ellas y aunque a veces queremos y esperamos que nos den las cosas hechas, este dichoso virus, nos ha obligado a hacer de tripas corazón y a conquistar así nuevos grados de creatividad y libertad, aunque en el confinamiento no haya podido parecer lo contrario. Cuando la respuesta no viene de fuera, la encontramos dentro y practicamos lo que responsabilidad de verdad significa: habilidad para responder por nosotros mismos. Lejos de caer en el victimismo o en la cobardía de designar falsos responsables de todos los males del mundo cuyo sacrificio nos expiaría supuestamente de nuestros pecados y desgracias, muchos han tomado la sartén por el mango y han dado ejemplo emprendiendo de mil maneras para dar solución con inventiva y esfuerzo a los mil retos que esta pandemia ha planteado. Y ese es el camino, todo problema tiene una o varias soluciones con las que damos a base de pensamiento y trabajo. Y ese también es el ejemplo que debemos querer darle a nuestros pequeños, el de una actitud vital empoderada, luchadora y resiliente que sale adelante capeando el temporal. Pero no a cualquier precio, por supuesto. Si algo ha puesto también de manifiesto esta crisis, es que estamos todos conectados y que el mal de uno allá puede fácilmente resultar en mal de muchos acá, lo que me lleva a confiar también en que queramos seguir trabajando todos no solo en pro de nuestros intereses individuales sino también en favor de un mayor bien común, velando por que el impacto económico, social y medioambiental de nuestras acciones sea positivo para el conjunto de convecinos de esta pequeña gran aldea en la que vivimos.
Para terminar: Recordar que solo de noche se ven las estrellas y que en la larga noche que ha supuesto este año en muchos sentidos, han sido infinidad las que han brillado con luz propia. Llegadas estas fechas de diciembre, os animo a decirle a quien corresponda: “Has sido luz en mi camino”. Gracias. O “Me alegra haber podido brindar luz a tu camino”. Gracias también por eso.
Felices fiestas y gracias a todos, EVA LEVY
Hola buenos días Eva,
Que grande eres Eva,
Muchisismas gracias por tu reflexión. Para todos es muy duro no mostrar nuestro afecto, en físico, abrazos besos… que descarga serotonina y dopamina… somos una máquina química.. Por eso hemos inventado sustitivos como el zoom , google meets etc desayunos vituales, y más conversaciones con amigas y amigos que hacía tiempo que no veíamos. ESperemso que la vacuna funcione. Una lección para la humanidad, en esto todos los países tenemos que estar juntos y dar la vacuna gratis a los países que no pueden pagarla..
Un abrazo grande y muy felices días de Navidad,
Muchísimas gracias por tu amistad,
Teresa
Muchas gracias, Teresa. Un abrazo y Felices Fiestas
gracias Eva,
¡excelente reflexión!
El camino mucho más llevadero con la luz que nos proyectas.
Hagamos de la adversidad una oportunidad…porque como ya alguien dijo…»sólo es imposible lo que no se intenta»
Felices Fiestas
Gracias, Carmen, me encanta el dicho «solo es imposible lo que no se intenta». Muchos deberían prepararse para la vuelta a la normalidad e incluso estudiando lo que les va a permitir ser empleable. Se buscan tantos perfiles en digitalización, ciberseguridad, inteligencia artificial y no se encuentran esos perfiles.
Muchas gracias.
Hermosas reflexiones.
Le deseo un buen año con mucha salud!!!!
Muchas gracias, Sandra
Buenos días, Eva.
Que bonita reflexión. Tienes toda la razón. Me ha hecho sonreír tu alusión al refranero Español, a mí me parece espectacular y recurro a él en muchas ocasiones. Y me siento muy halagada de que me hayas incluido en tu lista de distribución. Te seguiré muy atenta. Feliz clausura de este tétrico 2020 y mucha salud y energía positiva para el 2021. Ojalá el nuevo año nos brinde la oportunidad de conocernos personalmente, en Barcelona, en Madrid o donde sea necesario. Bss.
Muchas gracias, Laura. Esperemos que la vacuna surta efecto y nos podamos mover con cierta tranquilidad y así nos conoceremos.
Ojalá entre vacunas y fondos europeos, el país levante el vuelo y tengamos alegrías. Feliz año 2021 y un abrazo